La vida social

¿La vida social es indispensable o nos dispersa? Siempre he creído (y aunque no parezca, sigo creyendo) que la vida social es fundamental para la vida humana pero últimamente, analizando la cosa detenidamente (obviamente en soledad!!!) empiezo a ver que el estar todo el tiempo rodeados de gente hace que nuestros pensamientos brinquen de uno a otro, sin mucho fondo (la mayoría de las veces) y nos distraemos de lo realmente importante. O al menos, de aquello en lo que queremos enfocar nuestra mente.

Es cierto que en ocasiones uno anda pensado en temas que al conversarlos con otras personas ayuda a ponerlos en perspectiva. Pues uno a veces tiende a darle vueltas y vueltas a temas y suele no llegar a ninguna conclusión pero cuando los expresa pasan dos cosas: primero, al ponerle palabras a los pensamientos como que se ordenan, y segundo, la otra persona puede tener una visión distinta y le ayuda a uno a ver el tema desde otra perspectiva, lo cual generalmente ayuda a desenredar el coco. Pero, también sucede, y aquí está la clave de este post, que en nuestras sociedades latinas solemos pasar MUCHO tiempo en compañía de familia, familia extendida (tíos, primos, etc) y amigos, y uno habla de temas profundos con algunos de ellos, pero la mayor parte del tiempo está uno simplemente conversando, hablando de temas logísticos (quién se encarga de esto, quién me acompaña a hacer lo otro, cuándo hacemos tal cosa…) y poco, MUY POCO, de los temas que nos agobian o de las cosas realmente importantes de nuestra vida.

Es delicioso (como decimos en Colombia para referirnos a temas diferentes a la comida), “desconectarse” y hablar de nada importante de vez en cuando. Pero cuando eso se torna en nuestra realidad diaria siento que nos distrae, o por lo menos a mi, de mi centro… de mi vida. Y, como me pasa a mí, cuando vuelvo de vacaciones de estar rodeada de todo y de todos a una realidad solitaria y silenciosa, es como volver a empezar a vivir. ¡Y es difícil saber por dónde! Se necesita ese silencio para caer en cuenta de la falta de quietud que tuve en todos estos días en familia. Pero se vuelve pesado ese silencio… pesa porque venía de mucho ruido y compañía. Pesa porque por la ventana sólo se ve frío, árboles sin hojas,  tonos grises y hasta un poco de nieve. Pesa llegar a este clima que aunque permite ver la naturaleza en otros tonos, también bonitos, el panorama no es tan alegre… es mas bien solitario, desolado.

Tratando de verle el lado bueno a la cosa, volver a empezar significa conectarme conmigo misma, tener la oportunidad de reinventarme y aprender otra vez a sentir que la vida social es un lujo y no una necesidad. Que lo importante es entrar en contacto nuevamente con mi centro y permitirles a mi mente y a mi corazón hacer “reset” para arrancar un nuevo año con nuevas ilusiones y metas. ¡Eso sí que es importante… Trazarse objetivos y sentir que estamos trabajando por algo cada día! Que la vida social sea un lujo que el entorno nos regala, pero no una distracción permanente para vivir nuestro camino y lograr metas que nos hagan sentir plenos. ¡Que vivan las vacaciones con familia y amigos, pero que viva también la vida propia!

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